jueves 3 julio, 2025

“Mujeres que abren camino: liderazgo y equidad en diagnóstico por imágenes”

Con una trayectoria que combina la excelencia clínica, la dedicación a la familia y una profunda vocación académica, la Dra. Aline Serfaty representa a una generación de mujeres médicas que desafían moldes tradicionales para construir caminos propios en el ámbito del diagnóstico por imágenes. Tras años dedicados al crecimiento de su clínica y a la maternidad, eligió volver a la vida académica con una convicción renovada, apostando por el conocimiento como motor de transformación personal y colectiva. En esta entrevista, comparte los desafíos de conciliar la vida profesional con la familiar, las barreras invisibles que aún enfrentan las mujeres en la especialidad, y la importancia de impulsar un liderazgo más equitativo y consciente.

¿Cómo ha sido tu recorrido profesional hasta llegar al lugar que ocupas hoy en la radiología?

Finalicé mi residencia en radiología en 2005 y, al año siguiente, viajé a París para realizar una pasantía de seis meses en el Hospital Saint Antoine. En 2007, ya de regreso en Brasil, mi marido, un socio y yo abrimos nuestra primera clínica de radiología en Cabo Frio, en la Región de los Lagos, en el estado de Río de Janeiro. Ese mismo año instalamos el primer equipo de resonancia magnética de la ciudad. En poco tiempo teníamos las agendas completas y sentíamos una gran satisfacción por poder ayudar a nuestros pacientes, brindar oportunidades laborales a nuestro equipo y ver florecer nuestro emprendimiento.
Invertimos mucha energía y dedicación diaria para ofrecer un servicio de excelencia. Sin embargo, como toda elección implica renuncias, en ese proceso me alejé de la vida académica y me dediqué por completo a la clínica, que no paraba de crecer. Con el tiempo llegaron nuestros hijos: primero mellizos, y poco después, uno más. Así pasé una década dividiéndome entre los informes en las clínicas que habíamos construido y la vida en casa.
Hasta que, en 2018, volvió a surgir en mí una inquietud. Sentí un fuerte deseo de crecer profesionalmente, de salir de mi zona de confort y del entorno pequeño y tranquilo en el que vivía, para ir en busca de más conocimiento. Elegí el camino que me resultaba más familiar: el universitario. Comencé a preparar mi doctorado, realicé todos los cursos posibles y asistí a los principales congresos nacionales. Busqué colegas para colaborar en proyectos científicos y retomar así la vida académica que había quedado postergada.
Desde entonces, me integré a las principales sociedades científicas de mi especialidad, publiqué numerosos artículos y capítulos de libros, fui invitada a disertar en congresos nacionales e internacionales, coordiné el Grupo de Imagen Musculoesquelética del Colegio Brasileño de Radiología (CBR), promoviendo la educación y la colaboración entre radiólogos brasileños e internacionales a través de proyectos como el MSK Case Presentation Series (una alianza con la Sociedad de Radiología de Río de Janeiro) y One Case a Day (OCAD). También fui una de las coordinadoras del programa de musculoesquelético del CBR y llegué a presidir la Sociedad de Radiología de Río de Janeiro.
En medio de todo esto, fui becaria de investigación en la Universidad de Nueva York y trabajé con personas profundamente inspiradoras que marcaron mi trayectoria. (Adjunto un texto que escribí en esa época y que fue publicado por Medscape).
Este recorrido, lleno de idas y vueltas, no fue lineal, pero sí profundamente transformador. Representa quién soy: alguien que cree en el poder de los nuevos comienzos, en la importancia de salir del lugar cómodo y en el conocimiento como herramienta para reinventarse.

¿Qué desafíos enfrentaste como mujer en tu proceso de formación y crecimiento profesional?

El mayor desafío que enfrenté fue compatibilizar la maternidad con la práctica clínica. Vivimos en una sociedad todavía profundamente patriarcal, en la que se espera que la mujer sea el pilar del hogar: responsable de los hijos, de la casa y de la organización de la vida familiar. Las demandas son constantes y múltiples. Incluso contando con apoyo para las tareas cotidianas, suele recaer sobre nosotras la responsabilidad emocional y logística del día a día familiar.
Durante ese tiempo, el equilibrio entre la vida profesional y personal fue más una aspiración que una realidad. La verdad es que durante una década me dediqué casi por completo a mi familia. Asistí a pocos congresos, leí pocos artículos, y mi currículum refleja con claridad esa pausa: hay un vacío notorio en mi producción científica durante esos años.
A veces pienso que, si viviéramos en una sociedad más equitativa, donde las responsabilidades se compartieran verdaderamente, podríamos crecer profesionalmente a la par de nuestras parejas, y no solamente después de que los hijos alcanzan cierta autonomía. Comparto esta vivencia no como una queja, sino como una invitación a la reflexión: sobre cuánto se espera de las mujeres y cuánto hemos naturalizado ese rol sin cuestionarlo, simplemente porque fuimos educadas de esa manera.
No me arrepiento, en absoluto, de haber ofrecido a mis hijos lo más valioso que tengo: mi tiempo. Pero creo que, en una sociedad más justa, también podría haberme ofrecido a mí misma una parte de ese tiempo.

¿Sentís que existen barreras invisibles para que más mujeres accedan a roles de liderazgo en el ámbito del diagnóstico por imágenes?

Sí, creo que todavía existen barreras (in)visibles que dificultan el acceso de las mujeres a cargos de liderazgo en diagnóstico por imágenes. Si bien hemos avanzado mucho en cuanto a la participación femenina en la radiología, los puestos de liderazgo siguen estando en su mayoría ocupados por hombres.
Estas barreras pueden incluir la ausencia de modelos femeninos a seguir, las expectativas sociales y familiares que recaen de manera desproporcionada sobre las mujeres, y estructuras institucionales que no favorecen la conciliación entre la vida personal y el desarrollo profesional. Además, la falta de oportunidades de mentoría y visibilidad también limita el ascenso de las mujeres a posiciones de destaque.
Es fundamental reconocer estas barreras y actuar para superarlas mediante políticas inclusivas, programas de formación en liderazgo y una cultura organizacional más equitativa.

¿Qué iniciativas o acciones creés que podrían fomentar un mayor liderazgo femenino en nuestra especialidad?

Considero que varias iniciativas pueden contribuir significativamente a impulsar la presencia femenina en cargos de liderazgo dentro de la radiología.
En primer lugar, es clave implementar programas de mentoría estructurados que conecten a jóvenes radiólogas con mujeres que ya ocupan puestos de relevancia, brindando orientación, apoyo e inspiración. También es necesario garantizar igualdad de oportunidades en el acceso a formación avanzada, cargos jerárquicos y participación en eventos científicos.
Muchas veces, las mujeres no acceden a las mismas redes de apoyo y visibilidad que sus colegas varones, lo que repercute directamente en sus posibilidades de crecimiento. Por eso es esencial que las políticas institucionales deconciliación, como horarios flexibles, licencias maternales extendidas y apoyo a la crianza, sean efectivas y no penalicen el desarrollo profesional.
Las sociedades científicas, por su parte, deberían promover la diversidad en sus comisiones y directorios, estableciendo metas claras de inclusión. Y, finalmente, es imprescindible sensibilizar a todo el equipo de salud —hombres y mujeres— sobre los sesgos inconscientes que dificultan la progresión femenina. El cambio cultural solo se logra con conciencia colectiva y compromiso institucional con la equidad de género.

¿Tenés referentes o mentoras que hayan sido clave en tu desarrollo profesional?

Cuando retomé mi carrera académica, conté con el apoyo de una colega que me ayudó a reencontrar mi camino. Su presencia fue muy importante en ese proceso. A partir de ahí, todos mis mentores fueron hombres, lo cual refleja la realidad de una especialidad aún marcada por la subrepresentación femenina en los espacios de liderazgo.
Aunque aprendí mucho de ellos y estoy profundamente agradecida por el apoyo recibido, siento que la falta de mujeres en roles de mentoría se hace notar. No solo por una cuestión de identificación, sino por la inspiración que representa ver a otras mujeres ocupando espacios de relevancia y gestionando múltiples responsabilidades con éxito.

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