La doctora Victoria Soroa está a cargo de la parte de medicina nuclear del Centro de Diagnóstico Rossi, es investigadora de la Comisión Nacional de Energía Atómica y es presidente de ISORBE (International Society of Radiolabeled Blood Elements). En este diálogo con Revista Diagnóstico analiza los puntos salientes de su especialidad médica y da cuenta del trabajo que lleva adelante en el Centro de Diagnóstico Rossi.
¿Cuál es la situación de la especialidad, en este momento, en el marco del diagnóstico por imágenes?
El PET, en sus inicios, comenzó siendo un instrumento que se utilizaba en el diagnóstico neurológico y luego se fue extendiendo a los estudios cardiológicos. Finalmente se destacó en el área de oncología. No solamente para el diagnóstico oncológico, sino para el seguimiento de los pacientes tratados. Poder comprobar cómo evoluciona la patología, observar si hay metástasis o si el cáncer está detenido, fueron sus principales aplicaciones y objetivos.
También, con el uso de las camillas especiales, mostrar al profesional que va a realizar la radioterapia externa, el sitio más preciso del área metabólica para realizar la irradiación.
Es un estudio muy complejo y ahora cada vez más, por la aparición de los aparatos híbridos: hay PET-CT y PET-RM, (resonancia magnética). Con lo cual la especificidad aumenta, la sensibilidad, también, y contamos con la información anatómica que es siempre muy necesaria.
¿Para qué se utilizan las diferentes modalidades?
Precisamente, son para cosas diferentes. Se aplica para aquellas patologías que necesiten una u otra modalidad. Por ejemplo, en el caso de cerebro se utiliza la resonancia. No quiere decir que con TC no se vea, pero es mucho mejor la información que se pueda obtener con el uso de resonancia.
Se puede contar, por separado, con un PET, un resonador y un tomógrafo y se pueden unir entre sí con la utilización de un soft específico. El inconveniente es que el paciente debe trasladarse de una camilla a otra y los espacios anatómicos no son similares. Inclusive, en los estudios híbridos, cuando el paciente respira diferente al entrar en uno de los aros, ya no es el mismo lugar anatómico y hay que moverlo manualmente. Esto es complicado, cuando resulta difícil percibir los bordes de una patología.
También, algo que se suma relatividades, es el nivel de resolución del equipo, la capacidad de ver dos puntos diferentes como tales. Esto, en el PET, se traduce a un centímetro, por lo que cualquier nodulación menor puede no detectarse, lo que no implica que el paciente no tenga cáncer. Pero sí, esa misma nodulación, la puede ver la tomografía. Por eso es tan importante que en el diagnóstico final haya un tomografista y un médico nuclear para que se unan los resultados obtenidos.
¿En qué instancia se encuentra el tema de las dosis de radiación de los equipos?
Los equipos de PET CT aplican una determinada radiación. El profesional tiene que tener cuidado de qué es lo que se le pide al paciente, y así contribuir a limitar el uso de radiación. No se le puede pedir a un paciente una tomografía contrastada y un PET CT con cuatro días de diferencia, porque se estaría duplicando información y sometiendo a la persona a un exceso de radiación.
Además de trabajar en la Comisión de Energía Atómica soy asesora de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) que son las personas que cuidan la radiación de los pacientes. Una de las ideas que está rondando en el Organismo Internacional de Energía Atómica de Viena es la carta de radiación de cada paciente. Creo que se implementará en el transcurso de los próximos años y actualmente queremos implementarlo en el país a través de una solicitud.
Con su sistema de policía, la Autoridad Regulatoria Nuclear que realiza distintos chequeos en diferentes lugares, es muy específica y estricta respecto de los requisitos del lugar dónde se va a inyectar al paciente y de la protección al público, al acompañante.
¿Se encuentra trabajando en algún proyecto de investigación?
Acá se comenzará con un proyecto que está a cargo de un laboratorio multinacional y que tomó al centro como una sede. Es para el diagnóstico de nódulos de pulmón y ver la diferencia que hace el uso de una u otra medicación en un estudio doble ciego. Acá se adquieren las imágenes y lo enviamos a los evaluadores. Ellos evalúan, sí, la calidad de nuestros equipos.
¿Cómo caracterizaría al trabajo en el Centro de Diagnóstico Rossi?
Creo que el Centro de Diagnóstico Rossi es un sitio de excelencia: el trabajo que se lleva adelante es muy importante, así lo confirman nuestros pacientes y las prepagas que toman el servicio de la institución. A pesar de que hay casi catorce equipos de PET en el país, el del centro Rossi trabaja con un caudal muy importante de pacientes, más allá de que hace menos de un año que está en funcionamiento.
¿Cómo articulan la labor interdisciplinaria en la actividad?
Es algo muy difícil. En general, cuesta mucho el encuentro entre el tomografista y el médico nuclear. No obstante, si no figura la firma del médico nuclear no puede salir el estudio. Son dos conceptos diferentes. Los médicos especializados en tomografía ven anatomía. Es un proceso que requiere de una integración y aceptación constante. En ese camino se está transitando.